por Domingo Fernandez Málaga, aficionado
Ayer en Las Ventas se lidió una novillada de D. Tomás Prieto de la Cal, los últimos Veraguas como dejará en negro sobre blanco un periodista a sueldo de Taurodelta y creador de webs de cuyo nombre no quiero acordarme.
El primero, los gitanos no quieren hijos con buenos principios, fue devuelto por manifiesta flojedad, y corrióse turno, saliendo el inicialmente previsto como cuarto, que vino a demostrarnos que ni kilos ni volumen es trapío, el toro de mas peso y mas caja de la novillada fue el peor presentado, careciendo del trapío que la plaza de Madrid debe defender, además fue tan flojo como su hermano, empezaba la cosa torcida, pero salió al ruedo Friturero, un jabonero, que cambio el sino de la tarde por su bravura, fijeza, prontitud, humillación y nobleza. Lástima que este futuro que ya vivimos, haya convertido los dos primeros tercios en mera anécdota, justamente los puntos fuertes de este encaste.
Los novillero de ayer que habían toreado el año anterior 2,3 y ninguna novillada picada respectivamente, convirtieron los dos primeros tercios en sendos trámites a pasar, hasta llegar al tercio de muerte, ahora conocido como de muleta, en un futuro no muy lejano, el primer tercio, y quizás el segundo se celebre en algún corral de la plaza con operarios de la empresa para salir al ruedo donde lo esperará el matador directamente con el trapo rojo.
Tercero y Quinto bajaron el listón, justos de casta y fuerza.
El sexto, el también jabonero, fue otro ciclón, pero sin la nobleza de su hermano, pronto su comió a su neófito lidiador más preocupado de la puesta en escena que del fondo de la cuestión.
Destacó entre los de luces los dos saludos capoteros del novillero portugués Manuel Diaz Gomes.