Octava de abono de las Corridas Generales de Bilbao. Dos tercios de entrada. Seis toros de Alcurrucén, desiguales de presentación, primero, tercero, cuarto y sexto muy justos, alguno de ellos impropios de Bilbao, descastados en general. Enrique Ponce, palmas y ovación; Miguel Angel Perera, oreja y oreja; Iván Fandiño ovación tras aviso y silencio.
Fue justamente lo contrario a lo que ocurriera el año pasado. Cómo cambian las cosas en escasos 360 días…
La del año pasado fue corrida cuajada, excelentemente presentada, variadada de pelajes, rematada, brava, encastada, poderosa…. Fue una corrida de excelente juego en el caballo, pues empujaron los seis ejemplares metiendo los riñones abajo. Una corrida brava en todos los tercios.
La de ayer fue el polo opuesto. La antítesis de aquella corrida. Comenzando por la presentación, pues cinco de los seis toros de ayer estuvieron, cuando menos, faltos de remate. Ni hablemos de alguno de los ejemplares, como el sexto, que eran absolutamente impropios para Bilbao. Bajada de listón dicen algunos. Preocupante presentación, añado yo.
A la deficiente presentación habría que añadir un comportamiento que tampoco tuvo nada que ver con respecto a la del año pasado. Aunque bien es cierto que algunos ejemplares quisieron empujar en el caballo los más lo hicieron con más genio que bravura. Hubo otros que mansearon ostensiblemente, como los tres primeros, por ejemplo.
Embestidas pastueñas en la muleta. Blandos de manos algunos, metieron la cara con más docilidad que otra cosa salvo el lote de Fandiño que fue más encastado. Fracaso en toda regla de una corrida de la que esperaba mucho.
Fue homenajeado Enrique Ponce con un Aurresku de Honor por sus 55 paseíllos en Vista Alegre. El eterno rumos de ser su última tarde en Vista Alegre se hizo, como es ya tradicional, presente. Hay dos rumores que corren por los tendidos de Vista Alegre todos los años. El primero, que Enrique Ponce actúa por última vez en Bilbao. El segundo, que es el último año de Matías González en el palco.
Al primer rumos nunca hacemos caso. El segundo, este año, parece tener más fundamento por lo que se comenta en los mentideros. Probablemente, hoy salgamos de dudas.
No estuvo mal el de Chiva en su primero. Inteligente, ligeramente ventajista pero queriendo echar la muleta adelante se cruzó y consiguió rematar varios muletazos por ambas manos más allá de su cadera, con mando y mano baja.
Lo del cuarto fue otro cantar. Sin opciones ante un toro agarrado al piso sólo pudo poner voluntad e insistencia para arrancar cuatro pases y la desesperación en el tendido.
Miguel Angel perera cortó una oreja a cada uno de su lote en dos faenas que pecaron de lo mismo. Un correcto inicio y un tramposo final. Las dos primeras tandas asentado ya tras los trapazos iniciales de costumbre fueron de querer, y, en alguna ocasión, de conseguir. Hubo algún muletazo de mano baja bien rematado, que, ante la falta de emoción y la embestida pastueña, casi al paso, de los alcurrucenes parecían más una pose que otra cosa.
A partir de ahí, encimismo asfixiante. Porfía, dejándose tocar los muslos por los pitones. ¿Ustedes creen que un toro de verdad se dejaría rozar sus putones por los muslos de su matador? No me cabe duda, rotundamente no. Con eso, está todo dicho.
Iván Fandiño se topó con un lote más encastado. Con sus lógicas complicaciones. Complicaciones que no pudo o no quiso solventar. Sobrepasado por su lote, estuvo por debajo, por ejemplo, de un sexto exigente al que debió dominar. Mas pareció que estaba desbordado por unas embestidas intempestivas propias de un mansito encastado que siento cómo le gana la pelea a su matador.
Hoy cerramos la feria con la ya tradicional corrida de Victorino. No lo tiene nada difícil para quedar por encima de sus compañeros. Esperemos que nos saque del letargo de esta feria sin toro.